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29 octubre, 2012
EL REINADO DE ISABEL II
EL REINADO DE ISABEL II (1843–1868)
1. La “Década Moderada” (1843–1854)
El mismo día del comienzo del reinado efectivo de Isabel II, el Gobierno de Joaquín María
López dimitió. Como sustituto fue nombrado Salustiano Olózaga, jefe del Partido Progresista que,
acusado de haber obligado a la reina niña a disolver las Cortes, era destituido a los nueve días. Una
vez conseguido el poder por el Partido Moderado, bajo el liderazgo del general Narváez, dominó la
escena política durante los diez años siguientes, dando nombre a la «Década Moderada».
En este período se elaboraron la Constitución de 1845 que proclamaba la soberanía
compartida y anulaba algunas conquistas del liberalismo progresista, y unas leyes orgánicas de
carácter muy restrictivo que sentaron las bases del poder moderado y de la organización política y
administrativa del Estado liberal. Entre estas reformas destacan:
– La nueva división provincial de Javier de Burgos (1833), que establece 48 provincias
administradas por una Diputación y un Gobernador Civil.
– Administración centralizada.
– Creación de una institución la Guardia Civil para velar por la seguridad pública,
vigilar el medio rural y la defensa del nuevo sistema de propiedad.
Se realizó la reforma de la Hacienda, que establecerá un nuevo sistema fiscal, que
pretendía potenciar la contribución directa a través de impuestos directos e indirectos.
Por el Concordato de 1851 con la Santa Sede, se logró el reconocimiento de la Iglesia a la
monarquía isabelina y que aceptara la desamortización efectuada hasta entonces, exigiendo como
contrapartida compensaciones económicas (compromiso de mantener y proteger al clero, ...),
reconocimiento de la confesionalidad del Estado (Constitución de 1845), la presencia de la Iglesia
en la enseñanza y que se paralizase el proceso de venta de bienes nacionales pendientes.
Una de las cuestiones más controvertidas fue la del matrimonio real que, convertido en
razón de Estado con claras implicaciones en las cortes europeas, dio origen a largas y complejas
negociaciones diplomáticas para elegir al futuro rey consorte. El 10 de octubre de 1846, el mismo
día de su decimosexto cumpleaños, se celebra el enlace de la reina con su primo Francisco de Asís
de Borbón, una elección completamente desacertada pero que fue la única candidatura viable dada
la presión internacional, sobre todo francesa. El matrimonio fracasó en los primeros meses.
El Gobierno moderado se ejerció de forma restrictiva y exclusivista, obligando a los
progresistas, marginados del poder, a recurrir a la vía insurreccional y a los pronunciamientos, mecanismo de insurrección militar frecuentemente combinado con algaradas callejeras, para forzar
un cambio político y acceder al Gobierno.
La Década se cerró con el gobierno «tecnócrata» de Juan Bravo Murillo, quien llevó a
cabo una amplia labor administrativa y hacendística. En estos años, la actuación ministerial había
sido cada vez más autoritaria y la corrupción se había generalizado con los negocios fáciles y el
enriquecimiento rápido de las camarillas próximas al poder y a la soberana.
2. La revolución de 1854 y el Bienio Progresista (1854–1856)
Los problemas derivados de la corrupción y del gobierno de la camarilla, a los que se unía el
descontento de los progresistas excluidos del poder, alentaron las críticas de la clase política y
favorecieron la actuación revolucionaria.
A finales del mes de junio de 1854 tiene lugar el pronunciamiento de los generales
O´Donnell y Dulce. La llamada «Vicalvarada» tenía en principio unos objetivos muy limitados,
corregir la corrupción y cambiar el Gobierno sin abandonar el moderantismo. Pero la intervención
de los progresistas abrió una fase de levantamiento popular que llevó a los sublevados a ampliar su
programa.
El Manifiesto del Manzanares de 7 de julio de 1854, redactado por Cánovas del Castillo y
firmado por O’Donnell, exigía reformas políticas y unas Cortes Constituyentes para hacer posible
una auténtica «regeneración liberal».
Se inauguraba una nueva etapa progresista, escasa en resultados políticos por su corta
duración, un bienio escaso, pero densa en realizaciones de carácter económico. La reina entregó el
poder a Espartero y O'Donnell, representantes de la coalición que alentó la revolución, pero la
continuidad y estabilidad de este Gobierno mixto fue difícil.
Se elaboró una nueva Constitución de inspiración progresista que afirmaba explícitamente la
soberanía nacional –la non nata de 1856 – y se aprobaron importantes leyes económicas,
fundamentales para el desarrollo del capitalismo español como:
– La ley de ferrocarriles (1855), que hace posible la implantación de este medio de
trnasporte.
– Las leyes bancarias y de sociedades (1856), que favorecen el desarrollo económico.
– Se retomó la desamortización con la promulgación de la Ley Madoz (1855), que
afectaba a los bienes civiles y eclesiásticos, lo que provocó la ruptura de relaciones
diplomáticas con el Vaticano.
El liberal y ministro de Hacienda, Pascual Madoz, aprovechando el Bienio Progresista,
promulga el 1 de mayo de 1855 la Ley General de Desamortización, con la que se ponen a la venta
bienes de propiedad colectiva (comunales) o amortizados, tanto los eclesiásticos aún no vendidos
como los que eran de los municipios o del propio Estado. Por tanto, lo que se proponía era culminar
el proceso desamortizador ya iniciado y que había sido suspendido durante la Década Moderada. La
venta fue en subasta y el pago en metálico, aplazado a 14 años.
Las desamortizaciones afectaron al 20 % del total de la tierra de la superficie nacional,
contribuyó a la transformación de la sociedad estamental en burguesa y consolidó la alianza entre
burguesía y nobleza terrateniente. Con los fondos obtenidos se financió la Guerra Civil (guerra carlista) y las obras de nuevas
infraestructuras esenciales para el desarrollo económico del país. Incluso los propios municipios
(con el 80 % de lo obtenido por la desamortización de sus propios) pueden invertir en proyectos de
interés como el ferrocarril, aunque a veces tuvieron grandes pérdidas, por el fracaso de ciertas
inversiones.
Las diferencias entre Espartero y O’Donnell se agudizan cuando éste funda la Unión
Liberal partido de tendencia moderada, Asimismo, surgen los primeros conflictos propios de
países industrializados: aparecen las primeras huelgas y choques entre patronos y obreros, e
incidentes en el mundo rural, que acabaron desgastando la figura de Espartero; fortaleciendo la
figura de O´Donnell, que marcó la vuelta al moderantismo y la reposición de la Constitución de
1845.
3. La vuelta al moderantismo y el final del reinado (1856–1868)
La reina recurre a O'Donnell para desplazar a los progresistas del poder y restablecer la
Constitución de 1845, que será suavizada con un Acta adicional (1856). Pero, a continuación, será
Narváez quien gobierne durante el bienio 1856-1858.
Bajo su mandato se restablecen los parámetros políticos de la etapa moderada anterior con la
anulación del Acta adicional y se aprueba la Ley Moyano (1857) que ordena y centraliza la
instrucción pública de toda la nación.
Se abre entonces un período de alternancia entre los moderados de Narváez y la Unión
Liberal liderada por el general O'Donnell, que entre 1858 y 1863, será de nuevo el protagonista de
la vida política española, dando paso a un período con cierta calma política caracterizado por una
gran prosperidad económica y una intensa actividad en política exterior con la guerra de África
(1859-60), la anexión de Santo Domingo (1860-1865) y la intervención en México (1861-1862).
El gobierno unionista ejerció una política pragmática, centrada en el impulso de las obras
públicas y de las inversiones de sectores en desarrollo: como el ferrocarril, las minas o el sistema
financiero.
Con la caída de O'Donnell en 1863 entramos en la última etapa del reinado de Isabel II
marcada claramente por la descomposición del sistema político y la deslegitimación de la Corona.
Se sucedieron gobiernos siempre de corte moderado mientras el exclusivismo y el carácter
represivo del régimen se acentuaban a medida que la oposición aumentaba y partía cada vez de
mayores frentes.
Por otra parte, la vida amorosa de la reina y los escándalos de palacio, aireados o utilizados
por su propio esposo, Francisco de Asís, y miembros de la camarilla y del Gobierno, contribuyeron
notablemente a desprestigiar la imagen de la monarquía.
El ambiente político se enrareció todavía mucho más a partir de 1865, con la destitución de
Castelar como catedrático de la Universidad y la represión contra los estudiantes en la llamada
«Noche de San Daniel», ordenada por Luis González Bravo. El sistema moderado se hundía y
arrastraba consigo a la monarquía. Ante el deterioro de la situación política, los progresistas y los
demócratas se retraen de la vida política inclinándose una vez más por la vía insurreccional.
Un nuevo gobierno de la Unión Liberal intentó, en último término, atraer de nuevo a los
progresistas con una tímida reforma política que ampliaba el censo electoral pero no lo consiguió,
como demostraron los intentos de pronunciamiento de Prim en enero de 1866 y del Cuartel de San
Gil en el mes de junio de ese mismo año.
El retorno de Narváez aceleró los preparativos de la conspiración que se consolidó con la
firma del Pacto de Ostende de agosto de 1866, que agrupó a progresistas y a demócratas y, más
tarde, al morir O'Donnell en 1867, a la Unión Liberal. Ya no se trataba de luchar sólo por un relevo
gubernamental sino que se exigía el destronamiento de la reina. La conspiración pronto rebasó los círculos militares y contó con un importante apoyo popular. La coincidencia con una coyuntura de
crisis económica y de subsistencias y el endurecimiento del régimen dirigido de nuevo por González
Bravo, contribuyeron a crear un contexto favorable a la revolución.
El 18 de septiembre de 1868, la Armada se pronuncia en la bahía de Cádiz, tras la proclama
del Almirante Topete. El triunfo de la revolución tras la batalla de Alcolea (28 de septiembre
de1868), Isabel II era destronada y marchaba al exilio en Francia, iniciándose en España un período
de seis años, conocido como el Sexenio Democrático.
Etiquetas:
Historia de España-