25 febrero, 2013

La Guerra Civil



La guerra civil (1936-1939) 
1. La sublevación militar de julio de 1936.
La experiencia republicana había abierto un camino aplazado desde hacía tiempo. La
oligarquía abandonó finalmente la vía legal y parlamentaria para decantarse
definitivamente, sobre todo desde febrero de 1936, por la opción del "golpe de Estado".
En la España de 1936 a esta solución se opusieron miles de campesinos y obreros
encuadrados en poderosos sindicatos y partidos y un importante sector de la clase media
(e incluso el ejército). Por otra parte, la revolución posterior testimonia que también
parte de la izquierda estaba dispuesta a abandonar la legalidad.
El golpe de Estado fue concebido como un clásico pronunciamiento que correspondía a
la tradición del s.XIX. Contando con el apoyo de civiles armados (tradicionalistas y
falangistas), algunas guarniciones se declararon en "estado de guerra", se apoderaron de
los órganos del gobierno (ayuntamientos, gobiernos civiles...) y formaron una junta de
altos jefes militares para "restablecer el orden". Este pronunciamiento encontró en 1936
unas condiciones que lo hicieron derivar hacia un enfrentamiento civil armado.
El alzamiento del 18 de julio.
El día 17 por la tarde, tropas coloniales ocuparon Ceuta, Melilla y Tetuán después de
eliminar cierta resistencia de militares y obreros republicanos. Todo el protectorado de
Marruecos, donde estaban las mejores tropas, quedó en manos de los sublevados. A
pesar de que la gravedad de los hechos no era desconocida para el gobierno de Casares
Quiroga ni para el presidente Azaña, estos no tomaron ninguna medida: piden calma y
Casares se niega a entregar armas a las organizaciones de izquierdas.
El día 18, a pesar de la confusión, está claro que se ha producido una insurrección. El
general Franco había salido de Canarias hacia Marruecos para dirigir el ejército
insurrecto. En la península Mola declaró el estado de guerra y ocupó Pamplona, Queipo
de Llano se apoderó de Sevilla y extendía la insurrección por Andalucía y durante la
noche la sublevación triunfaba en gran parte de Castilla la Vieja y Aragón. Presionado
por los acontecimientos (miles de manifestantes en la Plaza Mayor de Madrid
reclamaban armas y se oían gritos de traición), Casares Quiroga dimitió la misma noche
del 18 de julio. Azaña nombró a José Giral (IR) presidente de un gobierno formado por
republicanos, pero apoyado por el FP. Cuando a la mañana siguiente (19) el gobierno
autorizó la entrega de armas a los sindicatos y partidos de la coalición, la división del
territorio español en dos partes antagónicas se había consumado.
2. La intervención extranjera
Las potencias fascistas europeas (Alemania, Italia y Portugal), al margen de todo
compromiso internacional y después de las primeras dudas, decidieron dar apoyo
sistemático a los rebeldes: a finales de julio, 32 aviones enviados por Alemania e Italia
establecieron un puente aéreo pasando 20.000 soldados del ejército colonial a la
Península.
Estos hechos eran conocidos en Europa, y León Blum (F.P. francés) inició
conversaciones para llegar a un acuerdo de "no intervención" en el caso español. A lo
largo del mes de agosto se adhieren Inglaterra, Alemania, Italia, Portugal, URSS y otros
países hasta un total de 27. Mientras, Francia cerraba su frontera e Inglaterra decretaba
el embargo total a la República y comisiones militares de Alemania e Italia se proponían
aumentar la ayuda logística, e incluso un envío de personal militar.
Perdida la posibilidad de comprar armas en Europa, en sus posibles aliados naturales, la
República se vio obligada a comprarlas en el único país dispuesto a venderlas: la URSS.
A partir de octubre de 1936 se generalizan los envíos de armas y asesores militares, que
se pagaron con 510 toneladas de oro del Banco de España. También será importante
desde el punto de vista de su efecto moral la presencia de los voluntarios extranjeros de
la Brigadas Internacionales.
La participación alemana fue particularmente importante en aviación (legión Cóndor),
artillería, carros y equipos de transmisión. La participación italiana será más numerosa,
pero de menor importancia estratégica.
3. El desarrollo del conflicto.
3.1. La consolidación de los dos bandos. 
Pronto se vio el fracaso del golpe militar. En Madrid los destacamentos sublevados
(Cuartel de la Montaña) fueron reducidos por obreros armados dirigidos por oficiales de
caballería y aviación. En Barcelona algunas unidades rebeldes ocuparon el 19 algunos
puntos de la ciudad, pero la CNT, la guarda civil y los guardias de asalto hicieron
fracasar el alzamiento.
Desde Cataluña hasta Málaga, la cuenca mediterránea quedó del lado de la República,
una vez sofocada la insurrección en Valencia y Cartagena. También permaneció leal
Castilla la Nueva, parte de Extremadura y de Andalucía. En el Norte, la actitud de José
Antonio Aguirre (Presidente del PNV) fue decisiva para que el País Vasco permanezca
en el bando gubernamental excepto Álava, al igual que el resto de la costa cantábrica,
excepto Galicia y Oviedo.
Desde el punto de vista económico el territorio republicano comprendía: los principales
centros industriales, la agricultura de exportación y los centros mineros del Norte y de
Andalucía. Además disponía del oro del Banco de España, aunque en los primeros
momentos fue difícil adquirir armas en el extranjero. La posición militar era
comprometida: aunque la mayor parte de la flota y de la aviación permanecieron leales,
desconfiaba el gobierno de la mayor parte de la oficialidad de tierra: el gobierno optó
por disolver el ejército. El peso de los primeros combates cayó de forma espontánea en
las milicias de los partidos (PSOE, PCE, IR, POUM) y de los sindicatos (CNT, UGT)
bajo el mando de sus líderes (Durruti) o militares leales (general Miaja).
Después de sofocar el alzamiento en Madrid y Barcelona columnas de milicianos
partieron para intentar recuperar Zaragoza, Córdoba, Albacete, Guadalajara, con
resultados desiguales.
Económicamente, la zona insurrecta contaba con la mayor parte de las tierras de cerales
y algunos centros de explotación minera y agrícola (wolframio, piritas). Militarmente
contaban con buenos oficiales, pero desconfiaban de los soldados de reemplazo. Las
mejores tropas (47.000 hombres de regulares y la legión, más los mercenarios moros)
estaban en Marruecos bajo el mando de Franco. Pasar esas tropas a la Península era lo
fundamental.
3.2. La batalla de Madrid y la caída del frente del Norte.
Tras cruzar el estrecho de Gibraltar el ejército colonial, Madrid fue el principal objetivo:
agosto del 36 cae Badajoz, en septiembre se libera el Alcázar de Toledo: el gobierno
republicano abandona Madrid hacia Valencia. Sin embargo Madrid va a resistir (llegada
de las Brigadas Internacionales, material ruso, combatientes catalanes). Los intentos de
cortar las comunicaciones con el levante (batallas del Jarama y Guadalajara en febrero y
marzo de 1937) fracasaron. Franco optó por concentrar sus tropas en el frente Norte.
En esta campaña del Norte se inició la utilización de nuevas técnicas bélicas, empleadas
después en la II Guerra Mundial, como la destrucción de ciudades (Guernica) y la
concentración de unidades poderosas en máquinas y hombres.
El 19 de junio de 1937 los "nacionales" ocupaban Bilbao y se suprimían los conciertos
económicos de Vizcaya y Guipúzcoa, así como el Estatuto Vasco. Tras la caída del País
Vasco el ejército republicano realizó dos ofensivas (Brunete en Madrid y Belchite en
Zaragoza) para disminuir la presión sobre el Norte, sin poder evitar la caída de
Santander en agosto y de Asturias dos meses después.
3.3.De Teruel a la Batalla del Ebro: 
El nuevo Ejército Popular creado por el gobierno de Negrín tras la caída de Largo
Caballero realizó diversas ofensivas que por falta de reservas eran rechazadas
fácilmente. Así, el Ejército Popular había recuperado Teruel el invierno de 1937, en
febrero de 1938 el contraataque de Franco iniciaba una larga ofensiva que después de
eliminar el frente aragonés, conquistar Lérida, permitió llegar al Mediterráneo por
Vinaroz y dividir la zona republicana en dos partes (abril 1938).
Cataluña estaba amenazada, pero Franco atacó Valencia, ataque interrumpido por la
última gran ofensiva de los republicanos: la batalla del Ebro. Tras el fracaso de esta
ofensiva, desaparecía el ejército del Norte y la suerte de Cataluña estaba decidida.
3.4. La caída de Cataluña y el final de la guerra. 
Después de la batalla del Ebro, el ejército que defendía Cataluña estaba escaso de
efectivos y de moral, por lo que no podrá contener la ofensiva general que lanza el
ejército de Franco el 23 de diciembre de 1938: el 26 de enero es ocupada Barcelona sin
resistencia. La caída de Gerona significó la huida hacia Francia de miles de refugiados y
del gobierno de la República. Negrín y algunos ministros volverán a zona republicana,
Azaña no y dimitirá poco después.
Los republicanos todavía mantenían 50.000 combatientes en la zona centro-sur. Sin
embargo, el 27 de febrero Francia y Gran Bretaña reconocían el régimen del general
Franco y un nuevo enfrentamiento armado en el bando republicano, aceleraron el final
de la guerra.
El 5 de marzo, un grupo de militares dirigidos por el coronel Casado y con apoyo de
civiles (anarquistas y socialistas sobre todo) dieron un golpe de Estado contra el
gobierno de Negrín; formaron una Junta de Defensa con el objetivo de negociar una
"paz honrosa" basada en la "generosidad del Caudillo". La oposición de unidades
militares comunistas dio lugar a unos días de lucha en las calles. Vencida la resistencia
comunista, el denominado Consejo Nacional de Defensa, que presidía el general Miaja,
intentaba unilateralmente negociar con Franco en Burgos y ordenaba el abandono de los
frentes sin contrapartidas.
La guerra civil llegaba a su fin. El 28 de marzo de 1939 Franco entraba en Madrid y el 1
de abril del 39 ("Día de la victoria") el Caudillo firmaba en Burgos el último parte de
guerra: "En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas
nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado".
4. La España republicana: guerra y revolución. 
a) La revolución de 1936: el poder popular.
Se produjo un movimiento revolucionario espontáneo y plural que con mayor o menor
recelo fue sancionado por el gobierno central o de la Generalitat.
Se crearon órganos de poder popular (comités de milicias antifascistas, comités del
Frente Popular) que dirigían el esfuerzo bélico y la vida civil de retaguardia: transportes,
orden público, abastecimientos...
Excepto en el País Vasco la mayoría de las industrias fueron colectivizadas, pasan a
control de las organizaciones obreras. Aunque algunas industrias básicas (centrales
eléctricas, CAMPSA, astilleros) fueron intervenidas por el gobierno central. La banca
no fue nacionalizada.
La colectivización del campo fue más drástica, y en algunas regiones de Aragón,
Castilla la Mancha se colectivizó todo el término municipal, dando paso a experiencias
de comunismo libertario, llegando a sustituir el dinero por vales, que se repartían tanto
en función del trabajo realizado como de las necesidades familiares.
b) El enfrentamiento republicano: los sucesos de mayo de 1937.
En septiembre de 1936, con el fin de aglutinar todas las fuerzas políticas que luchaban
contra los sublevados, Azaña aceptó con desgana formar un nuevo gobierno que
presidirá Largo Caballero con ministros comunistas y después anarquistas.
Este gobierno pretendía centralizar el esfuerzo bélico (militarización de las milicias) y
reconstruir el Estado republicano manteniendo las conquistas revolucionarias de los
primeros momentos. Pero habrá fuertes divergencias internas sobre cómo plantear la
guerra: los republicanos, parte del PSOE y un PCE fortalecido por la ayuda soviética y
por el prestigio de sus unidades de combate (V Regimiento) defendían la reconstrucción
del Estado republicano; frente a esta postura, el sector radical del PSOE-UGT (Largo
Caballero), la CNT-FAI y el POUM postulaban el orden revolucionario surgido de la
guerra.
Este conflicto cristalizó en un enfrentamiento armado en Cataluña el 2 de mayo de 1937
cuando las tropas de la Generalitat pretendieron ocupar la Telefónica de Barcelona
ocupada hasta entonces por la CNT. El enfrentamiento acabó con la llegada a Barcelona
de parte de la flota y un contingente de guardias de asalto de Madrid.
A corto plazo, las consecuencias de estos hechos fueron la asunción por parte del
gobierno central de las competencias de la Generalitat en defensa y orden público y la
caída de Largo Caballero. A largo plazo, el anarco-sindicalismo quedaba desplazado de
los centros de decisión en beneficio de la posición política del PCE. La guerra toma una
nueva orientación bajo un nuevo gobierno presidido por el doctor Negrín. En octubre de
1937 este gobierno traslada su sede a Barcelona.
c) Los esfuerzos de Negrín por parar el avance franquista.
La caída del Norte en otoño de 1937, la intervención italo-alemana produjo un cierto
pesimismo en el bando republicano. Negrín consiguió un cierto consenso en su política
de resistencia a ultranza. Esta política pasaba por el control por parte del Estado de
todos los recursos, la paralización de las experiencias colectivistas y un planteamiento
de guerra convencional a cargo de un ejército regular, el Ejército Popular.
Esta nueva orientación provocó numerosos conflictos: los dirigentes del POUM fueron
encarcelados y su líder Andreu Nin fue asesinado por agentes de Stalin tras los sucesos
de mayo. Fuerzas gubernamentales disolvían las colectivizaciones aragonesas. Muchos
de los que se habían opuesto a los rebeldes en julio del 36 se sentían traicionados y
sentían rencor.
d) Los trece puntos del gobierno de Negrín.
A lo largo de 1938 las derrotas reducían la capacidad de resistencia. Negrín reaccionó
asumiendo la cartera de Defensa y formando un nuevo gobierno, incluyendo a la CNT
para continuar la guerra bajo el lema "resistir es vencer".
Para obtener el apoyo internacional y como propuesta indirecta al bando sublevado,
Negrín elaboró un programa de "trece puntos" sin que tenga mucho eco ni dentro ni
fuera de España. Por un lado estaba claro que Franco sólo aceptaría una rendición sin
condiciones. Por otro lado, Francia e Inglaterra no escondían su política de concesiones
a Hitler a costa de terceros países (Austria, Checoslovaquia, España). Por su parte,
Stalin, que había apoyado la política de frentes populares para hacer frente al peligro de
un enfrentamiento con Alemania, ante el pacto de Munich de septiembre de 1938
abandonaba esta política y preparaba su propio tratado de no agresión contra Hitler. La
República española tenía así los días contados

5. La España “nacional”: un estado totalitario.
a) El ejército vertebrador del nuevo régimen.
Los jefes militares no tenían un proyecto político definido. Había africanistas apolíticos
(Mola, Franco) o simpatizantes de la Falange (Yagüe, Muñoz Grandes), monárquicos
(Orgaz, Fanjul), carlistas (Varela) e incluso masones republicanos (Queipo, Cabanellas).
Cabanellas, por criterio de escalafón, presidió una Junta de Defensa Nacional creada en
Burgos el 24 de julio del 36 que "asumía todos los poderes del Estado".
La Junta de Burgos prohibió la actividad de todos los partidos políticos. Los decretos
relativos a la agricultura paralizaron la obra de la reforma agraria del Frente Popular.
Para cubrir las necesidades de guerra, la Junta pasó a controlar toda la actividad
financiera y se incautó de algunas industrias fundamentales, como la construcción
naval.
b) Hacia el mando único: Franco.
En la zona sublevada Franco se fortalece en relación a la Junta de Defensa: su ejército
marchaba hacia Madrid, monopoliza la ayuda fascista. Un decreto datado en Burgos el 1
de octubre de 1936 nombraba a Franco Generalísimo y Jefe del Gobierno del Estado
español y como tal "asumía todos los poderes del Estado".
De hecho, Franco había asumido el control militar, pero le faltaba un aparato político
para vertebrar el nuevo Estado que se iba configurando: por un decreto de 1 de abril de
1937 Franco era nombrado jefe del nuevo partido único, Falange Española
Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS),
en el que quedaban integrados todos los grupos políticos que apoyaban el alzamiento. El
control militar estaba garantizado por la pertenencia del todos los jefes y oficiales del
ejército al nuevo partido.
El decreto de unificación provocó una cierta oposición en algunos miembros de la vieja
guardia del carlismo (Fal Conde estaba exiliado) y de la Falange. José Antonio había
sido fusilado en la zona republicana y su sucesor, Hedilla, reacio a la unificación, fue
condenado a muerte por Franco y luego indultado.
El gobierno de Burgos.
El 30 de enero de 1938 se forma el primer gobierno de Franco, que era jefe del Estado y
presidente de gobierno. Entre las leyes que va a aprobar destacan:
- marzo 1938: Fuero del trabajo. Se asientan las bases del sindicalismo vertical como
organismo estatal que incluía empresarios y trabajadores. Se consideraban como actos
subversivos o "delitos de lesa patria" las huelgas y reclamaciones colectivas.
- leyes sobre la prensa e imprenta.
- legislación favorable a la Iglesia: derogación de las leyes del matrimonio civil y el
divorcio, culto religioso en la enseñanza y el ejército, retribución estatal a los
sacerdotes...
- ley de responsabilidades políticas. Facultaba a los tribunales mixtos (representantes
del ejército, poder judicial y la Falange) para la aplicación de penas como la apropiación
de bienes a personas ligadas a partidos de izquierdas.
6. Las repercusiones.
La guerra tuvo consecuencias importantes para España en varios órdenes: muertes,
exilio, represión y grandes pérdidas económicas.
a) Pérdidas demográficas: las cifras son polémicas, pero se estiman en al menos un
millón de personas: unas 300.000 en los campos de batalla, unos 200.000 fusilados y
asesinados, más las pérdidas por enfermedades y desnutrición. A estas cifras hay que
añadir, como en todas las guerras, el descenso de la natalidad.
Las ejecuciones relacionadas con la guerra no acabaron con ésta, puesto que todavía en
1941 se produjeron en España 33.394 muertes violentas.
b) El exilio: Tuvo relevancia desde el punto de vista cualitativo: intelectuales,
científicos, etc. Se ha hablado de dos exilios: en Francia fue un exilio mayoritariamente
obrerista; en México fue un exilio de intelectuales.
Además de en estos dos países, en menor medida, también hubo exiliados en el norte de
África, la URSS y otros países iberoamericanos. Es difícil calcular su número, pues
muchos fueron regresando con el tiempo. Y algunos acabaron en los campos de
concentración nazis.
c) La represión: Además de los que perdieron la vida, era importante el número de los
condenados a penas diversas, los topos (personas que permanecían escondidas), el
llamado exilo interior (personas que eran rechazadas por haberse identificado con el
bando perdedor), los depurados y, finalmente, sobre todo hasta 1945, el maquis.
d) Las pérdidas económicas: descenso de población, pérdida de las reservas de oro del
Banco de España, gastos de la guerra, destrucción de infraestructuras. El bienestar
anterior a la guerra no se superaría hasta dos décadas después de acabada ésta