Una creciente oposición
Los años finales de los sesenta y los principios de los setenta vinieron marcados por un fuerte crecimiento de la oposición en las fábricas, donde había renacido un sindicalismo clandestino y en las universidades.
Los años finales de los sesenta y los principios de los setenta vinieron marcados por un fuerte crecimiento de la oposición en las fábricas, donde había renacido un sindicalismo clandestino y en las universidades.
La represión fue la respuesta. La policía
política, la Brigada Político-Social, no dudaba en
aplicar la tortura en las comisarías. Los opositores al
régimen pasaron a ser juzgados por un tribunal especialmente
creado para ejecutar la represión, el Tribunal de Orden Público.
En ese contexto tuvo lugar el primer atentado
de ETA. La respuesta fue una represión indiscriminada que, de
hecho, provocó el aumento del apoyo social a la banda. Un momento
clave fue la celebración en 1970 del denominado Juicio de Burgos
ante una corte militar. Nueve etarras fueron condenados a muerte lo
que desencadenó protestas internacionales y en el país. La presión
internacional llevó a que finalmente las condenas fueron
conmutadas. La brutalidad del franquismo provocó que muchos entre la
opinión liberal y de izquierdas no se dieran cuenta del real
significado del terrorismo nacionalista de ETA.
La avanzada edad del dictador y la creciente
presión de la oposición llevaron a la formación de dos tendencias
dentro del régimen. Por una lado, los que se empezaron a llamar
"aperturistas", estos, sin cuestionar la figura de
Franco, defendieron la necesidad de aplicar pequeñas reformas en un sentido democrático y
parlamentario. Por otro lado, lo que se vino a denominar el "bunker".
Aquí se agruparon los sectores más extremistas y violentos, contrarios a cualquier cambio.
Para aliviar al senil Franco de las tareas cotidianas de gobierno, en 1973, Carrero Blanco, un militar partidario de la línea dura, fue nombrado presidente del gobierno. Carlos Arias Navarro fue nombrado ministro de Gobernación.
Para aliviar al senil Franco de las tareas cotidianas de gobierno, en 1973, Carrero Blanco, un militar partidario de la línea dura, fue nombrado presidente del gobierno. Carlos Arias Navarro fue nombrado ministro de Gobernación.
El nuevo gobierno se estrenó con la organización
el 20 de diciembre de ese mismo año de un juicio, el Proceso
1001, contra dirigentes del sindicato clandestino
Comisiones Obreras. Entre ellos su principal líder, el comunista
Marcelino Camacho.
Ese mismo día, ETA consiguió dar el golpe más
importante de su historia, Carrero Blanco fue asesinado en
Madrid. La muerte de su principal colaborador fue un duro golpe para
un Franco cada vez más próximo a su final.
Los últimos momentos de la vida de Franco
Los últimos momentos de la vida de Franco
La vida del dictador terminó en un contexto
complejo y conflictivo:
El enfrentamiento con la Iglesia llegó a
extremos que hubieran sido inconcebibles unos años antes. Ante la amenaza de expulsar de España
a Añoveros, obispo de Bilbao que había publicado una pastoral
defendiendo la identidad cultural y lingüística del pueblo vasco, el Vaticano
contestó con la advertencia de que tal expulsión significaría la
ruptura del Concordato y la excomunión de quien lo llevara a cabo.
En septiembre de 1975, tras un juicio militar,
fueron condenados a muerte y ejecutados cinco militantes del
FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico - organización
terrorista creada dos años antes) y de ETA. De nuevo, hubo grandes protestas
internacionales.
El rey marroquí Hassan II organizó la Marcha Verde, reclamando el
Sahara occidental español. En el momento en que se iniciaba
la agonía de Franco, el gobierno cedió y, violando
el mandato de la ONU, España cedió su antigua colonia a Marruecos y Mauritania.
Finalmente, tras tres meses y medio de enfermedad, Franco murió el 20 de noviembre de 1975.
Finalmente, tras tres meses y medio de enfermedad, Franco murió el 20 de noviembre de 1975.