09 mayo, 2013

PENSAMIENTO DE ORTEGA Y GASSET. TRG


PRINCIPALES LÍNEAS DEL PENSAMIENTO DE ORTEGA Y GASSET
1. CONCEPCIÓN DE LA FILOSOFÍA: 
Concepto de Filosofía:
Las ideas fundamentales acerca de la filosofía que tiene Ortega son las siguientes:
- La filosofía es un saber autónomo cuyo objeto de investigación es la vida. La
filosofía no puede adoptar tesis de ninguna otra ciencia y debe, además, poner en
suspenso todas las creencias que tenemos y, a partir de ahí, reflexionar tomando
como punto de partida mi vida como realidad radical.
- Mientras que las ciencias (biología, física, química...) se interesan cada una de
ellas por una parte de la realidad, la filosofía, sin embargo, tiene vocación de
universalidad, se interesa por todo cuanto hay.
- La filosofía es un tipo de conocimiento basado en el uso de conceptos
precisos, en el ejercicio de la razón y de las reglas de la argumentación y ajeno a la
preocupación por el domino técnico del mundo. Sin embargo, no por ello hay que
creer en la “inutilidad” de la filosofía, antes al contrario, Ortega presenta dos razones
que convierten a la filosofía en un saber imprescindible:
- Por un lado responde al afán del ser humano por el conocimiento y a la
necesidad de ir más allá de una explicación simplista del mundo.
- Por otro lado el hombre se encuentra en una situación de radical
desorientación y necesita de la filosofía para saber qué hacer y cómo vivir, cómo
relacionarse con él mismo y con los demás. La filosofía tiene, por tanto, lo que
podríamos llamar “utilidad existencial”. Es necesaria para resolver, desde la razón,
problemas fundamentales que la ciencia no puede resolver como: ¿qué soy? ¿por qué
estoy aquí? ¿qué quiero hacer con mi vida?
Posición filosófica de Ortega:
Ortega elabora su filosofía como una crítica al realismo y al idealismo que son las
dos tradiciones filosóficas más importantes de la modernidad. Ortega considera que
ninguna de estas dos posiciones es correcta, que es preciso encontrar una solución a la
disputa entre ambas.
El realismo ha sido la interpretación dominante hasta la filosofía moderna. Su tesis
principal es que la realidad, el Universo en su conjunto, es independiente del sujeto que
conoce, que no la construye sino que sólo la refleja de forma pasiva. Ésta es la
concepción de la gente corriente y la disposición espontánea de nuestra mente.
Por su parte, el idealismo defiende todo lo contrario: la realidad, el Universo en su
conjunto, es una construcción del sujeto, y no es independiente de la mente que conoce.
Esta concepción aparece con el descubrimiento de la subjetividad por Descartes en el
siglo XVII.
Ortega critica tanto el realismo ingenuo como el idealismo radical; se trata más bien
de mantener una posición de equilibrio entre ambas. Su propuesta sostiene que la
realidad no es una mera construcción del sujeto (idealismo) ni la realidad es algo
completamente independiente del sujeto (realismo), sino que ambos se necesitan
mutuamente: el mundo y la subjetividad están radicalmente unidos en el ámbito de la
vida que es el objeto de investigación de la filosofía. Este es uno de los sentidos de la
célebre frase orteguiana: “yo soy yo y mi circunstancia”, la cual viene a significar que el
mundo no es algo independiente de mi, sino que existe en su relación conmigo, con mis
intereses, experiencias y pensamientos, con mi yo o mi subjetividad (idealismo); pero el
yo no puede darse sin las circunstancias, es lo que es en el ámbito de lo concreto y
depende de las circunstancias concretas para su realización (realismo).
El Concepto de vida como realidad radical:
Como hemos visto la vida es la primera verdad sobre la que debe reflexionar la
filosofía, es el primer problema filosófico porque es la realidad en la que se hacen
presentes todas las demás realidades.
Ortega se niega a identificar la vida con entidades definidas por la tradición: la vida
no es el cuerpo, pero tampoco el alma ni la mente; todas estas realidades son posteriores
al vivir, son construcciones más o menos fundadas que desde la propia vida nos
hacemos para entenderla. Pero la vida tampoco es una categoría abstracta, antes bien, es
el término más concreto de todos pues se refiere a la vida de cada cual, al vivir concreto;
es el conjunto de vivencias y el ámbito en el que se hace presente todo, el mundo o
circunstancia y el yo o subjetividad.
La vida tiene ciertos rasgos característicos que llamamos categorías de la vida y que
son las siguientes:
a) La vida como consciencia: Vivir es un saberse viviendo. Los objetos físicos no
tienen conciencia de sí mismos, nosotros sí. Es un conocimiento espontáneo y
prerreflexivo, es como una presencia inmediata de nosotros ante nosotros mismos. Y en
este darse cuenta de nosotros mismos, nos damos cuenta también del no-yo, de las
personas y cosas que nos rodean, del mundo circundante. Nos damos cuenta de nuestro
mundo, de nuestra intervención en el mundo, y de nosotros mismos interviniendo.
b) Vivir es encontrarse en una circunstancia. La circunstancia es un elemento
fundamental de la vida, junto con el yo forma los dos ingredientes inseparables de la
vida. Vivir es siempre ocuparse con las cosas del mundo, es convivir con una
circunstancia. El mundo o circunstancia al que se refiere Ortega es “todo aquello que nos
afecta”: el mundo físico de la ciencia, el mundo de la cultura, la realidad histórica y social,
los valores, la religión, la intuición, el cuerpo y la propia mente. Vivir en una circunstancia
significa también, desde el punto de vista del conocimiento, vivir en una perspectiva ya que
lo que pensamos y queremos está determinado por el punto de vista que corresponde a
nuestra época y a nuestro entorno vital, a nuestra circunstancia.
c) La vida es fatalidad y libertad. Dado que la vida es siempre un darse en una
circunstancia que no podemos elegir, no es posible la defensa absoluta de la libertad. La
época, la sociedad, nuestro cuerpo, los rasgos básicos de nuestra personalidad,
determinan nuestro yo. Pero para Ortega existe la libertad ya que a partir de nuestra
circunstancia podemos y debemos actuar y modelar nuestro futuro: nuestra vida no está
prefijada totalmente pues la circunstancia nos permite un cierto margen de posibilidades
y, en la misma medida, nos exige decidir. Por esta razón, la vida se presenta siempre
como un problema, problema que nadie excepto nosotros puede resolver. Nos toca elegir
y participar; tenemos proyectos, y el proyecto, lo que debemos elegir, ha de ser fiel a lo
más profundo de nuestro ser; de este modo, la vida es libertad, y debe ser
responsabilidad ante nosotros mismos.
d) La vida es futurición. Nuestra vida es siempre atender al futuro, apostar por un
proyecto y actuar para realizarlo; la primacía que tiene el futuro en la vida humana es tal
que incluso nuestro presente está condicionado por nuestro futuro, pues hacemos lo que
hacemos para ser lo que queremos ser. 
2. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO: 
El perspectivismo  
Ortega sostiene que en la tradición filosófica se han dado dos interpretaciones
opuestas sobre el conocimiento: el objetivismo y el subjetivismo. Su posición ante el
conocimiento, el perspectivismo, le permite superar ambas posiciones.
El objetivismo defiende que la realidad existe en sí misma y es posible su
conocimiento. El objetivismo lleva al dogmatismo al afirmar que la verdad sólo puede
ser una y la misma, con independencia de las peculiaridades, cultura y época a la que
pertenezca el individuo que conoce.
Frente a esta doctrina tenemos el subjetivismo: es imposible el conocimiento
objetivo puesto que los rasgos del sujeto cognoscente, sus peculiaridades, influyen y
deforman el conocimiento. El subjetivismo lleva al relativismo y al escepticismo, niega
la posibilidad de que el ser humano conozca con verdad la realidad.
Ortega afirma que ambas posiciones son incorrectas. El objetivismo es una teoría
incorrecta ya que todo conocimiento se alcanza desde la circunstancia en la que se
inscribe el sujeto que conoce; sólo es posible el conocimiento desde la perspectiva del
sujeto, el lugar que cada uno ocupa en el Universo, la sociedad, la historia…etc. Pero
ello no le lleva al subjetivismo. Esta doctrina también es falsa porque en el fondo aún
sigue creyendo en la realidad una e inmutable, sólo que inalcanzable. La realidad es, sin
embargo, ella misma, perspectivística, multiforme, no existe una realidad en sí misma,
existen tantas como perspectivas; y cada una de ellas permite una verdad: la verdad es
aquella descripción del mundo que sea fiel a la perspectiva. La única perspectiva falsa
es la que quiere presentarse como única, objetiva, la que se declara no fundada en punto
de vista alguno. Todo conocimiento está anclado en un punto de vista, puesto que, en
función de su constitución orgánica y psicológica y de su pertenencia a un momento
histórico y cultural, todo sujeto está situado en una perspectiva, en un lugar vital
concreto.
Ortega defiende el perspectivismo alegando que de la totalidad de cosas que
componen el mundo muchas no las captamos por no disponer de órganos adecuados
para captarlas. En la percepción visual y la auditiva, por ejemplo, se ve con claridad las
limitaciones y el carácter selectivo de nuestros sentidos, pero lo mismo ocurre con las
verdades: en cada individuo su psiquismo, y en cada pueblo, su época, actúa como un
“órgano receptor” que faculta en cada caso la comprensión de ciertas verdades e impide
la recepción de otras. Por ello no es posible poseer una verdad absoluta y excluir de ésta
a otras épocas y otros pueblos. Cada perspectiva capta una parte de la realidad, de ahí la
importancia de todo hombre y toda cultura, todos ellos son insustituibles pues cada uno
tiene como tarea mostrar, hacer patente el mundo que se le ofrece. (Ortega ilustra con
frecuencia su tesis refiriéndose a la perspectiva espacial: el mismo paisaje es distinto
visto desde dos puntos de vista; la posición del espectador hace que el paisaje se
organice de distinto modo y que haya objetos que desde una se aprecien y desde otra no.
Carecería de sentido que uno de los espectadores declarase falso el paisaje visto por el
otro pues tan real es uno como el otro).
La nueva idea de Razón propuesta por Ortega: Razón vital y Razón histórica.
Ortega llamó Racio-vitalismo a su sistema filosófico porque su filosofía tiene como
tema explícito la reflexión sobre la vida y sus categorías fundamentales a través de la
razón. Con este título quiso separarse Ortega del vitalismo irracionalista de Nietzsche.
Ortega considera que carece de sentido rechazar la racionalidad pues es una dimensión
básica e irrenunciable de la vida humana. La necesidad de buscar la verdad mediante el
ejercicio de la razón forma parte de las inclinaciones más profundas del ser humano;
además, con la razón construimos descripciones de la realidad, sistemas de creencias y
esquemas mentales que nos permiten orientarnos en la existencia. Pero esa razón con la
que pretendemos captar la realidad y orientarnos en ella debe ser la razón vital y la
razón histórica.
La razón vital, a diferencia de la razón pura del racionalismo, es capaz de recoger
las peculiaridades de la vida: la perspectiva, la individualidad y la historia.
La razón vital conduce invariablemente a la razón histórica, puesto que la vida es
esencialmente cambio e historia. La razón histórica tiene como objetivo permitirnos
comprender la vida humana a partir de su historia; con ella podemos superar las graves
limitaciones de la razón físico-matemática; ésta ha tenido un éxito relativo pues con ella
hemos conseguido un gran desarrollo científico-tecnológico pero no moral y existencial.
Ello se debe a que la razón físico-matemática es adecuada para explicar las cosas, pero
no la realidad humana, pues el hombre no es una cosa más del mundo, ni tiene una
naturaleza fija ni es un ser estático, sino que tiene temporalidad e historia.
Por ello Ortega describe dos formas de explicar la realidad. Explicamos una cosa
cuando descubrimos las leyes matemáticas a las que se somete; esta forma de
comprensión es legítima cuando se aplica a los hechos y a las cosas, pero no cuando
intentamos dar cuenta de los asuntos humanos. Entendemos algo cuando captamos su
sentido y es esta la forma de comprensión adecuada para dar cuenta del mundo
humano: el mundo humano no consta de hechos sino de sentidos. El sentido de una
acción o asunto humano se hace inteligible cuando lo relacionamos con las creencias,
valoraciones, sentimientos y proyectos del individuo, grupo o comunidad en el que
aparece dicha acción o asunto; la razón histórica es precisamente el instrumento que
debemos utilizar para comprender los sentidos de la existencia humana. Esta razón debe
utilizar recursos interpretativos propios del historicismo como el análisis de la biografía,
la teoría de las generaciones y la comprensión de las distintas épocas que constituyen
nuestro pasado y determinan nuestro presente.
Entre esos recursos es particularmente importante para el análisis histórico el método
de las generaciones. Ortega señala que los cambios históricos no son continuos, hay
una cierta estabilidad estructurada en periodos. A estos periodos de cierta constancia
vital se les llama generaciones. Las relaciones entre una generación y la anterior pueden
ser, a su vez, de homogeneidad, es decir, ambas se mueven por los mismos intereses y
entonces estamos en lo que se llama una época acumulativa (se acumula lo desarrollado
en ambas generaciones); o de heterogeneidad, es decir, ambas se mueven por intereses
divergentes y entonces estamos ante lo que Ortega llama una época revolucionaria (la
generación posterior rechaza lo que hizo la anterior e intenta desarrollarse sobre
principios nuevos). Este proceso continúa ininterrumpidamente (no hay un momento
final).
Por último indicar que Ortega distingue además al desarrollar su filosofía de la
historia la existencia de dos tipos humanos diferenciados: la masa y la minoría
(minorías de vanguardia). La masa tiende a conservar esquemas fijos y a vivir en el
presente. La minoría a romper moldes, a vivir mirando al futuro. Por ello vive
condenada con frecuencia a no ser entendida por la masa.