13 marzo, 2013

Baudelaire las flores del mal. DMM

Con Baudelaire, la lírica francesa pasa a interesar a toda Europa. Así lo demuestran los influjos que ejerció a partir de entonces en Alemania, Inglaterra, Italia y España. En la propia Francia se vio muy pronto que de Baudelaire partían unas corrientes de índole distinta de las derivadas de los románticos. Estas corrientes alcanzaron a Rimbaud, a Verlaine y a Mallarmé. Este último reconoció que había empezado allí donde Baudelaire tuvo que detenerse. Valéry, ya en los últimos años de su vida, establecía una línea de conexión directa desde Baudelaire hasta él; y el inglés T. S. Eliot dice de Baudelaire que es "el mejor ejemplo de poesía moderna en cualquier idioma". Varias son las manifestaciones análogas en que se le califica como "poeta de la modernidad". Y ello está perfectamente justificado, porque Baudelaire es el inventor de esta palabra. La usa en 1859, excusándose de su novedad, pero la necesita para expresar lo que caracteriza al artista moderno, es decir, la facultad de ver en el desierto de la gran ciudad no sólo la decadencia del hombre, sino también una belleza misteriosa y hasta entonces no descubierta. Éste es el problema del propio Baudelaire: ¿cómo es posible la poesía en una civilización comercializada y dominada por la técnica? Sus poemas nos indican el camino; su prosa nos orienta teóricamente. Este camino conduce lo más lejos posible de la trivialidad de lo real, o sea, a una zona de lo misterioso en la que, sin embargo, puedan convertir en alados y poéticos los estímulos civilizados de la realidad comprendidos en ella. He aquí el punto de arranque de la lírica moderna y de su substancia corrosiva y mágica a la vez. Un rasgo esencial de Baudelaire es su disciplina espiritual y la transparencia de su conciencia crítica. En él se une el genio poético con la inteligencia crítica. Sus puntos de vista acerca del arte poético están al mismo nivel que su poesía misma y aun algunas veces, como ocurre también con Novalis, son todavía más avanzados. Y desde luego, aquellas ideas han tenido mayor resonancia para el futuro que su lírica. Se encuentran expuestas en Curiosités esthétiques y en l'Art romantique (ambas obras aparecidas póstumamente en 1868). En una y otra se hallan definiciones y programas, desarrollados a base del estudio de obras contemporáneas, no sólo literarias, sino también pictóricas y musicales. A una mayor altura, vuelve a repetirse el fenómeno que anteriormente hemos estudiado en Diderot, es decir, que, al iniciarse un modo de pensar sobre poesía en vista a nuevos objetivos, se recurre a las demás artes. Pero estos estudios se van ampliando hasta, analizar la conciencia del tiempo, es decir, la modernidad en sí, porque Baudelaire entiende la poesía y el arte como plasmación del destino temporal. Empieza a dibujarse el paso que habrá de dar Mallarmé, el paso hacia una poesía ontológica y hacia una teoría poética basada en la ontología. [De Estructura de la Lírica Moderna Por Hugo FriedrichTraducción de Juan Petit, 2º edición, 1958].