10 marzo, 2013

El teatro Hasta 1939. TRG


I.- INTRODUCCIÓN
Durante el último cuarto del siglo XIX, el teatro en España empieza a tener como objetivo lograr beneficios, dado que las empresas teatrales son privadas. Por ello, se representan 2 o 3 funciones diarias y se programan obras burguesas y sin compromiso crítico, dado que el público es mayoritariamente burgués. El teatro español se mantiene al margen –salvo excepciones- del teatro europeo (Henrik Ibsen, Anton Chejov, Luigi Pirandello, se situaron a la cabeza de su renovación). Los empresarios no se arriesgaban a montar obras vanguardistas alejadas de los gustos y la mentalidad burguesa poco dado a la renovación.
El teatro que se representa es un teatro comercial (dramas románticos y modernistas en verso, la alta comedia y el teatro cómico) y este teatro convive con los pocos autores que intentaron innovar y cuyas obras apenas se representaban: García Lorca, Unamuno, Valle, Alberti, Lorca.

Esta situación se prolongará en España hasta la Guerra Civil. Durante esta época encontramos un público mayoritario tradicional y poco dispuesto a la autocrítica, y una minoría que prefiere las innovaciones tanto ideológicas como técnicas. Partiendo de esta dicotomía, encontramos tres tipos de teatro que a continuación vamos a analizar.
 II.- PRINCIPALES CORRIENTES TEATRALES.
 1.- El teatro burgués, que busca la continuidad de las formas teatrales del XIX, sobre todo de José Echegaray. Dentro de esta tendencia encontramos a Jacinto Benavente y su escuela (Manuel Linares Rivas, por ejemplo), que desarrollan la comedia burguesa, así como la corriente teatral modernista, representada por Eduardo Marquina,los hermanos Machado y José María Pemán, los cuales escriben un teatro en verso, con temática post-romántica e ideología tradicionalista.

2.- El teatro popular, acogido por todas las clases sociales. A su vez, este tipo de teatro se articula alrededor de dos vertientes:

2. 1. - El teatro cómico, representado por:

Los Sainetes de Carlos Arniches: basados en el ambiente madrileño, el lenguaje castizo, y la gracia del diálogo. Posteriormente evolucionará hacia la tragedia grotesca, como por ejemplo en La señorita de Trevélez (1916). Los sainetes se caracterizan por ser piezas teatrales breves, de inspiración costumbrista y hunden sus raíces en los entremeses del Siglo de Oro. Arniches escribe sainetes convencionales y otros a los que llama <<sainetes rápidos>>, inicialmente no destinados a la representación, sino a su publicación en periódicos y revistas. El que lleva por título Los pobres, está incluido en la serie denominada por el autor Del Madrid castizo.

El teatro de los hermanos Álvarez Quintero, basado en la imagen de una Andalucía tópica y tradicional y en la gracia de las situaciones.
El “astracán” de Pedro Muñoz Seca (La venganza de Don Mendo), basado en el chiste fácil, los juegos de palabras, las semejanzas fonéticas… Se caracteriza por la presencia de situaciones disparatadas: La venganza de don Mendo (1918), es su obra más destacada.

2.2. El teatro lírico, concretamente la zarzuela, que trata sobre todo el tema regionalista desde una perspectiva tópica y costumbrista.
  
3.- El teatro elitista, que es el único que busca la innovación que ya se está produciendo en Europa. También aquí encontramos varias tendencias:
3.1. - El teatro del 98 y del novecentismo. Se basa en el mono-diálogo, la renovación escénica y la crítica social.  Destacamos el teatro filosófico de Unamuno, sin apenas acción e influido por la tragedia clásica (Fedra, 1918), El otro, 1926) y el teatro de Azorín, centrado en su tema fetiche, el paso del tiempo (Lo invisible, 1928)

3.2. - El teatro de la Generación del 27 y vanguardista, que intentan acercar el teatro al pueblo e incorporar la Vanguardia. Es el caso del neopopularismo de García Lorca o del teatro de Valle, Luces de bohemia.  Lorca recibe influencias de varios ámbitos: clásica, vanguardista y popular. Su obra se nos ofrece como un sincretismo de modos escénicos y lenguajes y en ella destacamos obras tan increíbles como Yerma(1934), Bodas de sangre (1933); o La casa de Bernarda Alba (1936).